De «Paisajes y paisanajes de galanes…»

DE PAISAJE Y PAISANAJE DE GALANES

La amistad, decía Quevedo, es como la sangre que acude a la herida sin esperar la llamada.

Comienzo así para acompañar a mi amigo Zacarías en el sentimiento común del amor a nuestro pueblo, y un honor para mi que haya accedido a la petición que le hice de escribirle mis impresiones sobre “paisaje y paisanaje de galanes”.

Teniendo en cuenta que en el año 2007 fui yo pregonera en su mismo pueblo que también es el mío, siento que esta incursión cariñosa va de pregonera a pregonero.

Adentrarse en “paisaje y paisanaje de galanes”, supone un ejercicio de sensibilidad que su autor escribiera con el corazón, escucharlo primero y leerlo cuidadosamente después (dispongo del manuscrito original), me atrapa por la mente ilimitada de correspondencias que establece desde el punto de vista histórico, aporta datos que no conocía y que me sitúan ante un estudio antropológico muy completo, pero lo que mas me ha conmovido sin duda son los “Retazos del alma”, entre galanes anda el juego y Zacarías establece su meditado jardín entre lo presente y los presentido.

Ni los pájaros, ni la vendimia, ni los aromas a mosto y a trilla escapan a su deseo de adueñarse de su querido pueblo para dejar claro que su pueblo y su pregón son la excusa perfecta para poner de manifiesto su oficio de escritor y su buen hacer literario.

Atenta estaba yo escuchando, cuando unas voces bien coordinadas cantaban aquello de “Al olivo al olivo, al olivo subí…”.

Concluyo pues mi humilde incursión en “paisaje y paisanajes” destacando la unión magistral que existe entre lo conceptual, lo histórico y lo afectivo.

Por todo ello a mi amigo Zacarías le agradezco este pregón y le deseo una larga vida para seguir escribiendo “Memorias con ternura” desde su pueblo Cerecinos.

Gracias amigo.

Paseo por las nubes…

PASEO POR LAS NUBES

“Detrás de cada uno de nosotros hay una vida”. Me repetía una y otra vez hace 10 años, cuando yo no pude estar aquí. No obstante logramos arrancar un quejido al viento y pararnos a repostar.

Aquello nos sirvió para que hoy trencemos cuidadosamente sentimientos y recuerdos a golpe de savia nueva.

La distancia que nos separa hace que cada vez que me dispongo a venir hasta mi pueblo me recuerde a mi misma que todos vosotros sois míos por generación y por derecho, fundidos en un espacio tan imaginario como real, nuestro pueblo, es como si de un extraordinario milagro se tratase.

No hay duda posible, después de este paseo por las nubes férreas de un escrito, crónica, verso, o un simple post-colgado en mi bloc estáis y estaréis siempre vosotros, los que día tras día me habéis acompañado aún sin saberlo en mi turbado y anodino caminar, recordándome cuáles son mis raíces, dónde están y dónde reposarán cuando la lluvia me convierta en pan, en alimento y esperanza.

Sois como el viento fresco en mi mente en esta mañana de otoño, vestida de primavera.

Gracias a todos por venir.
En homenaje a quienes nacieron enCerecinos de Campos el mismo año que yo.

La verde mirada perdida

LA VERDE MIRADA PERDIDA

Mis ojos verdes se han vuelto del revés y se han empeñado en mirar hacia adentro y no tengo modo de cubrir mi corazón, ni mi hígado, ni mi estómago con una de estas sábanas tan socorridas con las que puedes cubrir tu cuerpo.

Creo que culpan a todos de sus intermitentes goteras y del miedo que tuvieron a que se desbordaran de sus límites verdes. Pero de eso hace tiempo, ¡hay que ver que rencorosos se han vuelto mis ojos! Ni siquiera tienen en cuenta que no tengo asegurados los órganos y como se empeñen seguro que me hacen pagar por cada lágrima vertida en el último año. Mas me valdría mirar hacia adelante y dejar ya de reclamar a los que a fin de cuentas también han pagado como ellos todos los impuestos y todas las tasas por haber vivido.

Parecen no darse cuenta que viajan en el mismo barco y las peleas a bordo corren el riesgo de que alguien salga malherido. ¡Quien sabe!, quizá el corazón se pare o deje de funcionar el hígado o la bilis inunde el estómago y todo por mas lágrimas que no llegan al río.

Eso sin tener en cuenta que ya están casi secos del todo y siguen siendo verdes, un poco mas descoloridos, pero aun así conservan la gracia divina de poder ver cómo caen las hojas en otoño, y cómo miran los otros ojos…

Espero que se vuelvan razonables y dejen que el corazón siga latiendo, el hígado siga cumpliendo sus funciones que lo que ellos parecen no querer saber es que hay órganos vitales y sin ellos su color verde se apagaría para siempre.